Thursday, March 16, 2006

FLORIA SIGISMONDI


FLORIA SIGISMONDI
Por Estelí Castillo Luna.



“No hay pesadillas para mí ... encuentro esas cosasmuy hermosas. Estoy muy cercana a ellas.No puedo siquiera imaginar la reacción que tendría un extraño que las ve por primera vez. Para mi todotiene sentido. En realidad es muy apasionado y emocional, así que no las veo como pesadillas.Si lo hiciera creo que no podría recrearlas … quizá es la manera en como trato con mis miedos”

Nació en Pescara Italia en 1965, sin embargo dos años después emigró a Canadá asentándose en la ciudad industrial de Hamilton, Ontario.

Hija de cantantes de opera, los disfraces y los escenarios tétricos se convirtieron en parte de su infancia, haciendo florecer una gran imaginación de la que se inspira hasta ahora. Como resultado, estas dramáticas influencias se han convertido hoy día en el estilo propio de sus creaciones. En el año de 1987 se muda a Toronto y estudia pintura e ilustración en la Universidad de Arte en Ontario, hoy Universidad de Arte y Diseño de Ontario, graduándose con honores en Fotografía. Posteriormente comienza a trabajar como fotógrafa de modas y un año más tarde orienta su trabajo hacia la dirección de videos musicales.

Ha dirigido videos de Marilyn Manson, David Bowie, Fluffy, Tricky, Christina Aguilera, Leonard Cohen y Björk. Su obra esta influida por muchos aspectos, tantos como las múltiples disciplinas de las que se nutre para su creación: película, vídeo, fotografía y escultura. En cuanto a sus influencias, además de su gusto por la mitología griega, reconoce a directores como: David Lynch, Tim Burton y Fellini; y en fotografía la obra de Peter Witkins, lo cual resulta evidente en la compleja composición de sus imágenes y en el excedente de su significación, en la tendencia por crear espacios fantásticos e irreales como los personajes que los habitan sin caer en la preocupación de que el resultado pueda parecer completamente absurdo o ilógico: “El ser humano común desaparece, deja paso a un personaje que usa una máscara de carne viva para representar su papel”.

Revindica la estética del horror, presentando imágenes desagradables con un alto grado de belleza en su interior “exploro en lo anormal y monstruoso porque ofrece ejemplos perfectos de que todo tiene dos caras”. Usualmente presenta su trabajo en series fotográficas, que se caracterizan por un dinamismo dentro de la obra, que no permite al espectador hacer conciente el contenido visual. Sus imágenes están cargadas de un fuerte sentido de lo sublime. Así, los mensajes se instalan en el inconsciente, puesto que el lado conciente se muestra incapaz de descifrarlas.

La propia artista no tiene problemas en describir su trabajo como oscuro e intenso, misterioso, horripilante y encantado. Si el surrealismo rescató la importancia del lenguaje onírico, el Hipersurrealismo de Sigismondi derivado de alucinaciones oníricas y basado en la belleza de la figura dan como resultado imágenes cuya composición en un sentido poético son de un carácter macabro y vigorozo. Sus imágenes se traducen en formas esculturales: “Muchas de mis imágenes provienen del momento en que uno se queda dormido, usualmente las escribo en la oscuridad o en cuanto me levanto”.

En su fotografía como en sus vídeos, el vestuario y el maquillaje, más allá de una función meramente decorativa, intervienen como elementos de su propio lenguaje, se convierten en formas expresivas, transmutan el cuerpo, sobre el que se centra su exploración visual. Sigismondi explora los efectos de la ciencia en la experiencia contemporánea del cuerpo, y describe indefinidas posibilidades de ese futuro complejo, misterioso y urgente: “los actuales avances en la biotecnología, son una posibilidad que asusta”. Interesada en estos avances, reflexiona en torno a la transformación de los cuerpos en cuerpos no-humanos, y de paso en los límites de la propia corporeidad, que se aprecian en los gestos de dolor de algunos de sus personajes y en la expresión de soledad y ausencia en otros. La composición de sus fotografías es altamente simbólica, sus ambientes son espeluznantes, sus personajes expresivos, sus historias aunque ilusorias son sumamente sensibles.

Hablar del valor estético de su obra, es hablar de cada uno de los elementos que cuidadosamente selecciona. Por un lado, el uso del color en todos sus límites dónde ya no es sólo, es la luz, la que le da mayor sentido a éstos, sino también la oscuridad. Sus composiciones por monstruosas que resultan, ajenas a todo parecer cotidiano, se relacionan de manera íntima con el espectador puesto que explora sus miedos. No es exagerado definir sus obras como sublimes, puesto que parten de la creación de estados de emoción pura que se despegan a representaciones trascendentales. Y si lo sublime no es otra cosa que una variante de lo bello, lo grotesco y lo horroroso, también lo son, al mismo tiempo las fotografías de Sigismondi, donde si algo se expresa con natural fuerza, es el modo en el que la imaginación logra representarse a sí misma. Sus más recientes proyectos son: instalaciones de fotografía y escultura, realizadas en Nueva York y Toronto; publicaciones de libros y la dirección de su primera película.

FUENTE : http://www.fotolatina.com/index.php